Las personas pueden oír, pero eso no necesariamente significa que estén escuchando. Decir lo que pensamos es una pérdida de tiempo si los otros no desean escuchar lo que estamos diciendo, y en cambio sólo oyen lo que les gustaría que dijéramos. ¿Qué nos ayuda a escuchar atentamente? ¿Qué nos ayuda a pasar de hablantes egoístas a escuchas activos? (p. 36)
Aidan Chambers: Dime. Fondo de Cultura Económica. México, 2007
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